Antes de iniciar con el tema, me gustaría dedicarle unas palabras de aliento a mi amigo Mario Alberto Romero, quien está pasando en estos momentos por un momento difícil en su vida, esperando que las palabras del coach Vince Lombardi le sirva en estos momentos:
“Debemos tener una actitud balanceada hacia los problemas de la vida. Debemos enfrentar ciertas humillaciones y frustraciones en nosotros mismos. Debemos experimentar fallas y decepciones. Debemos esperar pruebas y tragedias y aceptarlas sin amargura”.
Una ciudad de vanguardia es aquella en la cual sus habitantes viven tranquilos y satisfechos por los servicios que el gobierno les proporciona. Ciudadanos que pueden tomar un transporte público eficiente o que pueden salir con sus autos rumbo a sus trabajos, escuelas o a divertirse, sin tener que soportar obras viales por todas partes, manifestaciones un día sí y otro también. Ciudadanos que saben y confirman el que sus impuestos y el presupuesto federal son utilizados en lo que realmente requiere su ciudad.
Luego de leer lo siguiente, que es lo ideal para una supuesta ciudad de vanguardia, ¿siente usted, amigo lector, que así es la Ciudad de México? Claro que no.
El uso indiscriminado de los recursos federales y los impuestos en esta ciudad, son ocupados por el Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, única y exclusivamente para ganarse un “ganado político” en aquellos que se ven beneficiados con sus “programas sociales”, que no son otra cosa que una gran bolsa de sanguijuelas que viven a expensas de los demás ciudadanos que habitamos en esta urbe.
Por más de 70 años, el PRI explotó el uso de programas sociales con el fin de mantener a raya a los ciudadanos del país y con ello seguir en el poder. Ese paternalismo gubernamental ha hecho mucho daño a México y parece que no sólo lo hemos olvidado, sino que estamos dispuestos a seguir viviendo de esa forma.
El famoso Carnal Marcelo, en su afán de posicionarse como el candidato de la izquierda rumbo a las elecciones del 2012, ha incrementado y creado “programas sociales” supuestamente para apoyar a la economía de millones de habitantes de la ciudad, sin embargo, esos apoyos son pagados –no nos engañemos- con nuestros impuestos y con los recursos que año con año el gobierno federal le otorga al DF.
Adicional a estos programas, el Carnal Marcelo se aventó la puntada –vía la Asamblea Legislativa del DF, secuestrada por el PRD- de aprobar la legislación para legalizar el aborto y las uniones gays en la ciudad.
No perdamos nunca de vista que esto lo hizo Ebrard para aumentar el número de gente que antes estas llamadas “conquistas por la libertad y los derechos humanos”, serán fieles votantes por el Carnal Marcelo y por añadidura, por el PRD. En verdad hay que ser un ingenuo para tragarse el cuento de que a Ebrard le importan las mujeres que por derecho propio quieren abortar o la comunidad lésbico-gay del D.F., para él y su equipo son “ganado político” listo para ser explotado y utilizado en fines electoreros.
Lo mismo sucede con sus mal llamados “programas sociales” –de acuerdo a la página del oficial del gobierno del DF, son un total de 77- estos buscan que aquellos “beneficiados” voten por él llegado el momento, al sentir que “el señor Ebrard” si se preocupa por los pobres y los desamparados.
Haciendo gala de esto, en anuncios en el Metro y otros lugares, vemos como nos dice que en su programa “Niños Talento”, al año se les entregan $3,000.00 a los inscritos en estos programas, cuando por fuentes cercanas, sabemos que los padres de familia de dichos niños “beneficiados”, sólo se les están entregando $2,500 (¿y los otros quinientos pesos, señor Ebrard?) además de que en ocasiones, las más, tardan en depositarles sus $150 pesos de cada mes, hasta por ¡tres meses!
Lo mismo sucede con el programa de adultos mayores y así por el estilo. Es lógico que esto suceda, pues el dispendio de dichos recursos no es para toda la vida y llega un momento en que el efectivo se acaba.
Lo peor de todo, es que los supuestos “beneficiados” pasan a convertirse en auténticos “limosneros con garrote” al exigir sus “dineros”, cosa que no se dan cuenta, es pagada por los ciudadanos y no es un derecho como ellos piensan.
Una ciudad de verdadera vanguardia, en lugar de tener seguro de desempleo, se preocupa por trabajar con la iniciativa privada para colocar en un empleo remunerado a los desempleados, a las madres solteras, a los discapacitados, a los jóvenes de prepa y universitarios, de acuerdo a sus capacidades y conocimientos.
Una ciudad de verdadera vanguardia en lugar de dar una ayuda o “pensión alimentaria” a los adultos mayores, crea instituciones de asistencia y cuidado donde aquellos que no tengan familia ni ingresos puedan vivir, siendo apoyados estos alberges por la misma iniciativa privada (mediante apoyos de disminución de pago de impuestos por su contribución) y mediante donaciones de la misma ciudadanía, ya sea en especie o monetaria.
Una ciudad de verdadera vanguardia, trabaja con escuelas y colegios privados para que los verdaderos niños con talento puedan acceder a una educación de calidad en dichas instituciones, sin necesidad de recibir una dadiva como si fueran limosneros, pues con $150 pesos al mes, quién puede estudiar, ya no digamos comprar materiales didácticos.
Una ciudad de verdadera vanguardia ofrece gratuidad medica y medicinas, apoyado en una infraestructura que no sólo sature su de por si deficiente red hospitalaria, sino recurriendo mediante programas de incentivos a los hospitales privados. Ahí tienen como ejemplo los dispensarios médicos que todavía existen en la capital del país. Estos dispensarios laboran gracias a las contribuciones de entidades privadas y el apoyo de médicos que laboran en instituciones privadas, los cuales, en un 100 por ciento son verdaderas eminencias en su especialidad médica.
Que no se nos olvide que el señor Ebrard, su gabinete, los delegados y la Asamblea Legislativa, son NUESTROS EMPLEADOS y tenemos todo el derecho a pedirles cuentas, a EXIGIRLES UN CAMBIO DE RUMBO si sus políticas son equivocadas y ante todo, a removerlos si así lo requerimos. No es al contrario, pues ellos se sientes AMOS Y SEÑORES de la ciudad y por ello la tienen secuestrada. Verifique en la página del Gobierno del DF dichos programas y sus bases de datos, es información pública, de ahí salieron todos estos datos y de fuentes cercanas al Gobierno del DF, así como en las redes sociales y en otros medios de comunicación donde se han expresado estas quejas.
Si usted es un ciudadano que no está de acuerdo con las políticas del Carnal Marcelo, exija a su asambleísta que se cambien o eliminen dichos programas y que el dinero se use en verdaderas necesidades de la ciudad y no en el lucimiento de su jefe de gobierno, quien no sólo presume sus “programas sociales” donquera que viaja, sino que se le llena la boca al decir que el Gobierno del DF es ecologista.
Nada más falso, en un estudio que el mismo Gobierno del DF mando hacer, llamado Evaluación del diseño e instrumentación de la política de transporte público colectivo de pasajeros en el Distrito Federal. En dicho estudio se llega a la conclusión de que el DF gasta más en promover el uso del auto, con las mega obras viales que nos endilgan a los ciudadanos, que en gastar por mejorar el transporte público existente y aunque Ebrard insista en que dichas obras viales, como la Supervía y los segundos pisos, son obras necesarias, estas, dice no contradicen el llamado espíritu ambientalista de su gobierno.
Dicho estudio, financiado y publicado por el mismo Gobierno del DF lo desmiente, al afirmar que “se requiere de modelos alternativos de movilidad que den prioridad a las personas y no a los automóviles, a través de darle mayor peso presupuestal a programas de transporte público masivo en vez de darle prioridad a las grandes infraestructuras viales que tienden a saturarse”
Así mismo, el estudio determinó que la inversión en cuanto al transporte público es menor al que se ocupa en obras viales y que del 2008 a la fecha, dicho presupuesto al transporte colectivo se disminuyó, mientras que el presupuesto y gasto para obra viales aumentó, identificando el estudio, que el Gobierno del DF ha incrementado con esto el uso del auto y por ello la “demanda de inversiones mayores en infraestructura vial, que son muy costosas y que no solucionan el problema”.
Marcelo Ebrard dice que ya se “visualizó en la boleta del 2012”. Yo les pediría a mis amables lectores que visualicen si quieren como Presidente de la República a un populista o a un estadista.
AMLO dice que la Mafia del Poder no vería con malos ojos a Marcelo Ebrard como candidato de la izquierda. Se equivocó AMLO en su apreciación, quienes no verían con malos ojos la candidatura de Ebrard no es la Mafia del Poder, sino la Mafia de vividores y sanguijuelas que son parte de sus “programas sociales” y que usted y yo, amigo lector, alegremente mantenemos con nuestros impuestos.
Que no se nos olvide que Marcelo Ebrard era un don nadie en el PRI, donde era cercano a Manuel Camacho Solís, y cuando éste dejo al partidazo, deambuló junto con él primero en el Partido Verde y encontrando un hogar en el PRD, donde Ebrard, en términos políticos, pasó de mendigo a millonario.
Andrés Manuel López Obrador dilapidó su capital político luego de las elecciones del 2006 con sus actitudes y palabras. La factura la está pagando, a la fecha de forma carísima el PRD.
Marcelo Ebrard está dilapidando millones de pesos en su afán por ser el candidato de la izquierda para el 2012. La factura la estamos y seguiremos pagando, los ciudadanos que vivimos en esta ciudad.
*Una disculpa al maestro Octavio Paz por utilizar el título de una de sus obras, pero me pareció un nombre apropiado para esta columna.
Quejas, comentarios, sugerencias, a los correos de Cuarta y Diez: cuartaydiez@gmail.com y cuartaydiez@yahoo.com
La semana entrante, ante la inminente firma de un nuevo contrato colectivo entre dueños y jugadores de la NFL, Marcelo Ebrard comentó que el Gobierno de la Ciudad de México, estaba lista para en caso de que no se solucionara el problema y no hubiera temporada 2011 de la liga, sus jugadores podían afiliarse al programa de “Seguro de Desempleo”, que la finanzas de la capital estaban listas para absorber dicho gasto, al cual calificó como gasto “menor”.
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