Luego de los dos Juegos de Campeonato de la NFL, una cosa es clara, tanto Acereros y Empacadores sufrieron en serio para llegar hasta el Super Bowl y todo a causa de sus defensivas, las cuales padecieron del mal de una excesiva confianza, por lo que estuvieron a punto de costarle a sus equipos el pase al juego máximo de la liga. Pero como dijo Jack El Destripador, vamos por partes.
En el primer juego de la jornada dominical, los Empacadores de Green Bay se llevaron una ventaja de 14-0 a los vestidores al terminar los dos primeros cuartos del Juego de Campeonato de la NFC, sobre todo luego de dar una demostración de poderío ofensivo y defensivo sobre unos Osos de Chicago, quienes pese a jugar en casa, parecían todo, menos concentrados en el partido.
Para colmo de males, Jay Cutler, mariscal de campo de los Osos tuvo una primera mitad infame y comenzó a ser abucheado por los aficionados de la Ciudad de los Vientos y las cosas parecían ser más oscuras para Chicago, pues casi al inicio del tercer cuarto, Cutler dejó el partido debido a una molestia en una rodilla, aunque eso es cuestionable, pues en una escena mostrada durante la transmisión de la cadena de televisión norteamericana, se aprecia al linebacker Brian Urlacher acercarse a Cutler y prácticamente exigirle que regresara al juego, a lo que el mariscal de campo sólo volteó la mirada.
Luego de que su primera ofensiva de la segunda mitad fracasara (tres jugadas y a despejar) los Osos parecían encaminarse a recibir una paliza, pues los Empacadores llegaron a tener una tercera y gol y Aaron Rodgers lanzó un pase que fue tomado por el apoyador Brian Urlacher, quien tenía prácticamente abierto el camino para un touchdown, pero Rodgers alcanzó a tropezarlo, por lo que los Osos, tomaron el ovoide con posibilidades de hacer algo. Pero el segundo mariscal del equipo, Todd Collins no pudo hacer nada con la ofensiva de Chicago y parecía, entonces, que de verdad todo estaba perdido.
Caleb Hanie, el tercer mariscal de los Osos tomó el mando de la ofensiva y seguramente se dio cabal cuenta de que para ese momento, la defensiva de Chicago tenía dominada a la ofensiva de los Empacadores, porque procedió a dar un juego que por poco y lo convierte en el héroe de la ciudad.
Hanie organizó un avance de 67 yardas en ocho jugadas, que culminaron con una carrera de anotación de Chester Taylor de una yarda para acercar a los Osos 14-7. Sin embargo, el tiempo pasado en la banca le jugó una mala pasada a Hanie, pues B.J. Raji, el rechoncho tackle nariz de los Empacadores le interceptó un pase y lo devolvió 18 yardas para colocar la pizarra 21-7.
Esto sin embargo no desanimó a Hanie, quien orquestó un avance de cuatro jugadas y 60 yardas, culminando con un pase de 35 yardas de anotación a Earl Bennett para acercarse en la pizarra 21-14.
Todavía Hanie tuvo la oportunidad de empatar el juego, pero la segunda intercepción del juego de Sam Shields selló la derrota de los Osos.
Caben destacar dos cosas, la valentía y coraje de Caleb Hanie, jugador de tercer año, quien no se amilanó por las circunstancias en las que entró al juego y demostró el viejo ducho militar de que “los que mejor pelean, son aquellos que no tienen nada que perder” dándole de pasada una muestra a Jay Cutler de lo que un líder debe de tener: Valor y unos… pantalones bien puestos.
Solía decir el mariscal de campo de los Empacadores de Green Bay de los años sesentas, Bart Starr, quien ganó cinco campeonatos de la NFL para su equipo y bajo el mando del coach Vince Lombardi: “Cualquiera puede ser un líder cuando nada está en juego, pero cuando las cosas no están saliendo bien y hay que ganar de manera imperativa, es cuando los verdaderos líderes salen a la superficie y dan todo por salir con la victoria”. Eso lo demostró Caleb Hanie el domingo, si fue sólo flor de un día o es un futuro estrella de la NFL, no lo sé, pero una cosa es segura, el coach Lovie Smith, en el análisis final de este partido, tomará en cuenta para la próxima campaña más a Hanie.
La segunda situación a destacar del juego, es la falta de disciplina mental de la defensiva de los Empacadores. El hecho de haber llegado al descanso de la primera mitad les relajó la manera de jugar a los defensivos de Green Bay y por eso les permitieron a los Osos el poder estar cerca de empatar el juego. Peor aún, cuando hicieron dos jugadas que parecían enterrar a los Osos, cometieron errores mentales imperdonables que pudieran perderse en la euforia de la victoria, pero que para cualquier coordinador defensivo con dos dedos de frente, deben de ser signos alarmantes; primero, cuando B.J. Raji devolvía el pase interceptado a la zona de anotación, comenzó a festejar antes de tiempo y un concentrado Caleb Hanie se dio cuenta de ello, lo persiguió y estuvo a punto de hacer que Raji perdiera el ovoide, sólo que cuando lo alcanzó, éste ya había cruzado el plano imaginario de la anotación.
Segundo, cuando Sam Shields le interceptó un pase a Hanie para finalmente acabar con las esperanzas de los Osos, Shields cometió el error mental de regresar el ovoide como si de eso dependiera una anotación para su equipo, cuando lo único que tenía que hacer era hincarse para terminar la jugada. Lo que hizo Shields fue poner en riesgo el balón ante unos Osos que afanosamente buscaban podérselo quitar. Hay una toma de la cadena de televisión norteamericana que muestra al coach de Green Bay, Mike McCarthy, primero festejando la intercepción y luego desesperado haciéndole señas a Shields que de hiciera Down para terminar la jugada y no arriesgara innecesariamente el balón.
Esas dos jugadas ejemplifican la falta de disciplina mental de los Empacadores, así como su excesiva confianza si el equipo va ganando por un marcador amplio, pueden ser dos factores decisivos en el Super Bowl que jugarán en dos semanas ante los Acereros de Pittsburgh.
Esas dos jugadas ejemplifican la falta de disciplina mental de los Empacadores, así como su excesiva confianza si el equipo va ganando por un marcador amplio, pueden ser dos factores decisivos en el Super Bowl que jugarán en dos semanas ante los Acereros de Pittsburgh.
En cuanto al equipo de Pittsburgh, al parecer también adolecieron de lo mismo en el juego ante los Jets.
Luego de demostrar su poderío por tierra, los Acereros llegaron al descanso del medio tiempo con una ventaja de 24-3, la defensiva de Pittsburgh hizo, como decimos en México, concha y le permitió a Nueva York anotar 19 puntos, sin que los Acereros pudieran anotar ¡un solo punto! Lo peor de todo, es que la defensiva de los Jets al parecer encontró la manera de neutralizar las carreras y la peligrosa movilidad del mariscal de campo Ben Roethlisberger, algo que no pudieron hacer en la primera mitad.
Luego de que en la primera mitad, Mark Sánchez no pudo hacer nada contra la defensiva de los Acereros, ya en los dos últimos cuartos lanzó dos pases de anotación, uno a Santonio Holmes de 45 yardas en el tercer cuarto y uno más de cuatro yardas a Jerricho Cotchery.
Sin embargo, lo más destacado de todo, fue cuando al enfrentar cuarta y gol en la yarda uno de los Acereros, Rex Ryan, coach de los Jets (¿se dan cuenta de que es la primera vez que lo mencionamos en este espacio?) en lugar de jugar a lo seguro e ir por los tres puntos, vía un gol de campo, se la jugó.
Muchos criticaron la decisión, pero no analizaron la situación de manera fría. El jugársela en cuarta es más un factor psicológico que busca desestabilizar a la defensiva y al público contrario, en este caso, a la de los Acereros.
Los Jets, al jugar como visitantes, tienen a los aficionados en contra y el jugársela en cuarta es como decirles: “No les tenemos miedo, ni nos impone su estadio, venimos a ganar”. Adicional, la confianza que le da a la ofensiva de ir con todo al ataque, tiene un valor mayor al hecho de anotar o no. Por si esto fuera poco, es una situación donde no hay pierde, pues si se falla en la conversión, la defensiva de los Jets saldría con la motivación de no quedarse atrás de la ofensiva y saldrían con todo a detener a los Acereros.
Si esto no fuera suficiente, el coach Ryan se dio cabal cuenta de que con el centro de los Acereros fuera del campo por lesión (Maurkice Pouncey), Ben Roethlisberger estaba teniendo problemas con su nuevo centro. Esto se explica de manera fácil. Si bien la entrega del balón por parte del centro al mariscal de campo se hace en promedio 80 a 100 veces durante las prácticas de cada semana, esto hace que el movimiento se vuelva casi automático, como una reacción normal del cuerpo y en movimiento fluido entre los dos jugadores involucrados.
Por eso, cuando se cambia de jugador, si bien la mecánica de ejecución parece la misma, hay ligeros cambios, casi imperceptibles, que lo hacen muy difícil y que conlleve a tener errores, cosa que estaba pasando con Roethlisberger y su centro.
Al darse cuenta de ello, Rex Ryan ordenó que se la jugaran en cuarta y gol, al fallar, soltó a su defensiva y los Jets obligaron al centro a cometer un error, entregarle mal el ovoide al mariscal de los Acereros, quien casi pierde el balón y con ello los Jets lograron un safety para dos puntos valiosos.
Para mala suerte de los Jets, las largas ofensivas de los Acereros de la primera mitad, aunados con que Nueva York no pudo sacar puntos de los errores de Ben Roethlisberger, fueron factores decisivos para caer ante los Acereros.
Al igual que con los Empacadores, la defensiva de Pittsburgh se confió más de la cuenta con la ventaja que llegaron a sacarle a los Jets y, al igual que le sucedió a los Empacadores, casi le permiten a Nueva York darle la vuelta al partido, al tener en la segunda mitad, el factor psicológico de su lado.
En resumen, los Acereros y Empacadores ya tienen su boleto al Super Bowl, pero con bastantes apuros y muchas cosas que corregir si es que quieren ser campeones de la NFL.
La semana entrante, en este espacio un análisis completo del Super Bowl XLV.
Grandes quarterbacks en Super Bowls: Terry Bradshaw
El mariscal de campo de los Acereros de Pittsburgh de los años setenta, Terry Bradshaw, si bien fue el primero en ganar cuatro anillos de Super Bowl antes que Joe Montana, viene en segundo lugar al, estadísticamente, tener intercepciones en dichos partidos, cosa que el jugador de los 49ers no tuvo.
Bradshaw nació el 2 de septiembre de 1948 en Shreveport, Louisiana y con una estatura de 1.91 cm. Y un peso de 99 kilos, fue jugador colegial con Louisiana Tech. En 1969, su último año como colegial, los buscadores de talento del futbol profesional, lo consideraban uno de los mejores prospectos para llegar a la NFL, donde fue seleccionado en el draft de 1970 por Pittsburgh, quienes, como dato curioso, pudieron tomarlo como la primera selección general del draft al haberle ganado un volado a los Osos de Chicago, ya que ambos equipos habían terminado la temporada de 1969 con la misma marca de ganados y perdidos, 1-13.
La llegada de Bradshaw coincidió con lo que era el inicio de la carrera de head coach en Pittsburgh de Chuck Noll, quien tomó las riendas del equipo en 1969. Pero la relación entre el coach y Bradshaw no siempre fue la mejor, sobre todo porque su actuación en el campo dejaba mucho que desear, al lanzar muchas intercepciones y tomar decisiones equivocadas en momentos críticos. Además, la gente se burlaba de sus orígenes campiranos y lo que era percibido como una falta de inteligencia.
Esto pese a llevar en la temporada de 1972 a los Acereros a los playoffs, donde vencieron a los Raiders de Oakland 13-7, gracias a la llamada “Inmaculada Recepción”, un pase de Bradshaw que salió rebotado y que atrapó milagrosamente Franco Harris para vencer en el último segundo al equipo de Oakland.
Pero durante la temporada 1974, Chuck Noll tuvo suficiente de la inconsistencia de Bradshaw y en su lugar puso a jugar a Joe Gilliam, uno de los pocos jugadores afroamericanos de la época que era mariscal de campo. Bradshaw, desilusionado, le pidió al dueño de los Raiders, Al Davis, si podía hacer un cambio con los Acereros para irse a jugar con Oakland, pero Davis, para ese momento con preocupaciones mayores, le contestó que ya tenía muchos problemas en las manos, como para acrecentarlos todavía más con una petición como esa, pero que a cambio, hablaría con el coach Noll.
Hombre de palabra, Al Davis le comentó a Chuck Noll que era un error poner a jugar a Gilliam y que estaba seguro que si ponía nuevamente a Bradshaw, las cosas iban a cambiar.
Noll le hizo caso a Davis, puso nuevamente a jugar a Terry Bradshaw. Davis habría de arrepentirse de dicha decisión, pues Pittsburgh les ganó a los Raiders el Juego de Campeonato de la AFC de 1974 por pizarra de 24-13 y con ello llegar al primero de sus cuatro Super Bowls.
Justamente luego de vencer a los Raiders, Acereros llegaron al Super Bowl IX contra los Vikingos de Minnesota y con una gran actuación de la defensiva (la famosa Cortina de Acero), así como un gran juego por parte del corredor Franco Harris, a la postre el Jugador Más Valioso del partido, Pittsburgh venció 16-6 a Minnesota. Bradshaw completó nueve de 14 pases para sólo 96 yardas y un pase de anotación.
Terry Bradhsaw, fueron inolvidables sus duelos contra los Vaqueros de Dallas en Super Bowl.
Para demostrar que no había sido un chiripazo, al año siguiente, 1975, los Acereros volvieron al Super Bowl, ahora en su edición X. Nuevamente Pittsburgh venció en el Juego de Campeonato de la AFC a los Raiders, ahora por marcador de 16-10.
El Super Bowl lo jugó Pittsburgh contra los Vaqueros de Dallas y Terry Bradshaw lanzó 19 pases, completando nueve de ellos para 209 yardas, sin intercepciones y dos pases de anotación, uno de ellos de 64 yardas a Lynn Swann, representó la última jugada de Bradshaw en el partido, pues un fuerte golpe a la cabeza que le dio el defensivo de Dallas Larry Cole, le provocó una conmoción y tuvo que dejar el partido. Pero los Acereros terminaron venciendo a Dallas 21-17 y Swann fue nombrado el Jugador Más Valioso del partido.
La temporada de 1978 fue la mejor para Bradshaw como profesional, al ser nombrado el Jugador Más Valioso de la NFL por la Associated Press, al tener números de 207 completos en 368 intentos, para 2,915 yardas y 28 pases de anotación. Esta actuación de Bradshaw contribuyó a llevar a los Acereros a jugar en el Super Bowl XIII, contra los Acereros de Pittsburgh, por quienes el defensivo Thomas “Hollywood” Henderson se burló de Bradshaw y su inteligencia, al decir que el mariscal de Pittsburgh “no podría deletrear la palabra gato (cat, en inglés) si le quitaban las letras c y t”.
Pero como dijera el músico-poeta, Agustín Lara, la última carcajada de la cumbancha fue para Terry Bradshaw, quien completó 17 de 30 pases para 318 yardas (entonces un récord de Super Bowl) y cuatro pases de anotación (también en su momento, marca del Super Bowl) venciendo por 35-31 a los Vaqueros de Dallas y demostrarle, de paso, a “Hollywood” Henderson, que a lo mejo no sabría deletrear la palabra gato, pero sí que sabía cómo deletrear la palabra, VICTORIA.
Para la temporada de 1979, los Acereros volvieron a alzarse con el campeonato de la Conferencia Americana y el derecho a jugar el Super Bowl, esta vez en su edición XIV, contra los Carneros de Los Ángeles (sí, leyeron bien, para los nuevos aficionados de la NFL, durante cerca de 50 años este equipo jugó en la ciudad de Los Ángeles, antes de mudarse a San Luis).
Bradshaw volvió a obtener el título del Jugador Más Valioso del partido, al completar pases para 309 yardas, dos pases de anotación, pero tuvo tres intercepciones. Pese a esto, los Acereros vencieron 31-19 a los Carneros, para obtener el último de sus cuatro campeonatos logrados en un periodo de seis años.
Contra los Carneros de Los Ángeles, Bradshaw y los Acereros lograron su cuarto título de la NFL.
Las lesiones minaron la carrera de Terry Bradshaw, con su último partido tendiendo lugar del 10 de diciembre de 1983 contra los Jets de Nueva York, a quienes les lanzó dos pases de anotación. Por cierto, que su último pase como profesional fue justamente uno de touchdown de 10 yardas a Calvin Sweeney. En 1989, Terry Bradshaw fue elegido al Salón de la Fama del futbol profesional.
Si bien los Acereros no tienen la costumbre de retirar números en homenaje a sus jugadores (el único número retirado es el 70 de Ernie Stautner), Pittsburgh no tiene ha tenido un jugador que quiera llevar ese número, al entenderse que nadie más lo puede portar, esto en un homenaje no escrito al que es considerado el mejor mariscal de campo de la historia de los Acereros, aun cuando Ben Roethlisberger, está siguiendo sus pasos muy de cerca, esto a decir de los nuevos aficionados a Pittsburgh. Habrá que verlo y sólo el tiempo lo dirá.
Datos del Super Bowl
El equipo ganador del Super Bowl recibe el Trofeo Vince Lombardi, llamado de esa manera en honor al head coach de los Empacadores de Green Bay y quien en los años sesenta llevó a este equipo a ganar cinco título de la NFL, incluidos las dos primeras ediciones del Super Bowl.
Pete Rozelle (izquierda) y Vince Lombardi (derecha). Los trofeos más importantes del Super Bowl, llevan sus nombres en homenaje a sus aportaciones a la NFL.
Dicho trofeo está fabricado enteramente de plata Stirling por la compañía Tiffany & Co., cuyo valor es de $50,000 dólares. Mide 56 centímetros de alto y pesa 3.2 kilos.
A los artesanos de la compañía Tiffany les lleva cuatro meses elaborar dicho trofeo y es que cuando un equipo lo gana, se queda de manera definitiva con él, por lo que cada año hay que hacer uno nuevo.
Como medida precautoria, siempre se tienen dos trofeos durante el Super Bowl, por si de manera desafortunada uno de ellos se llega a romper o destruir durante la celebración del equipo que gana.
El Jugador Más Valioso del Super Bowl, se lleva el Trofeo Pete Rozelle.
Por su parte, el trofeo al Jugador Más Valioso del Super Bowl, lleva el nombre de Trofeo Pete Rozelle, esto en honor a quien fuera Comisionado de la NFL de 1960 a 1989 y quien hizo del Super Bowl la clase de evento mundial que ahora es.
Jim Plunkett, el héroe olvidado del Super Bowl
El ganar un título de la NFL es uno de los más importantes méritos que todo mariscal de campo desea tener en su currículo, ahora imagínese el poder tener dos, es todavía mejor.
Para muchos expertos, los mariscales de campo se miden en cuanto a éxito por el número de Super Bowls que han ganado, esto para determinar si merecen estar en el Salón de la Fama. Pero muchas veces, como todo en la vida, se suelen cometer omisiones.
Tom Flores (izquierda) y Jim Plunkett (derecha), la mancuerna de mexico-americanos que llevaron a los Raiders a ganar dos Super Bowls.
Tal es el caso del mariscal de campo Jim Plunkett, quien llevó a los Raiders de Oakland a ganar dos títulos del Super Bowl en la década de los ochenta y quien, sin embargo, no ha sido considerado para estar en el Salón de la Fama.
La historia de Plunkett es interesante, ya que sus padres eran mexico-americanos. Su padre era vendedor de periódicos, quien padecía de una ceguera progresiva, mientras que su madre era completamente ciega. Para ayudar a sus padres, Jim trabajó desde muy joven en una gasolinera, en una tienda de abarrotes y como peón en sitios de construcción.
El futbol se convirtió en una forma de mejorar su vida y esto lo llevó a jugar con éxito en la preparatoria, de donde salió para ir a jugar y estudiar en la prestigiada Universidad de Stanford, gracias a una beca deportiva. La calidad y rudeza con la cual jugaba, lo posicionó como uno de los mejores mariscales de campo a nivel colegial y en 1969 tuvo la oportunidad de entrar en el draft de la NFL, lo cual representaba el poder ganar dinero para su familia (en ese momento, sólo vivía únicamente su madre), pero Plunkett rechazó la oportunidad de ganar dinero, prefiriendo terminar sus estudios universitarios, esto para darle un ejemplo a la comunidad chicana de que el estudio era importante para poder salir adelante en unos Estados Unidos todavía prejuiciosos contra los latinos.
1970 fue su último año como colegial, Plunkett llevó a los Cardenales de Stanford a jugar en el Tazón de las Rosas, algo que no ocurría en dicha universidad desde 1952. En dicho Tazón, Stanford venció a Ohio State 21-17. Para cerrar con broche de oro su participación colegial, ese mismo año, 1970, ganó el prestigiado Trofeo Heisman al mejor jugador colegial.
Con esas credenciales llegó al draft de 1970, donde fue seleccionado por los Patriotas de Nueva Inglaterra como la primera selección general (el primer jugador de origen hispano en lograr tal distinción) Su debut profesional ocurrió contra los Raiders de Oakland, a quienes venció por pizarra de 20-6. Su primer año como profesional pintaba de maravilla y todo parecía indicar que Plunkett y Nueva Inglaterra estaban destinados para cosas grandes.
Pero sus pases de anotación decayeron y lo que aumentó fueron sus intercepciones. Si a esto le sumamos constantes lesiones y una línea ofensiva muy pobre, sus actuaciones dejaban mucho que desear. En 1976, los Patriotas decidieron cambiar a Plunkett a los 49ers de San Francisco, donde no le fue mucho mejor. Antes del inicio de la temporada de 1978, San Francisco envió a Plunkett a los Raiders de Oakland.
Pero sus esperanzas de jugar no eran muchas en Oakland, quienes tenían a Ken “Víbora de Cascabel” Stabler como su mariscal de campo.
Plunkett entonces le pidió al dueño de los Raiders, Al Davis, que lo cambiara de equipo o que le diera la libertad para retirarse, dado que consideraba que no tenía oportunidad de jugar para los Raiders. Davis le dijo que no lo cambiaría y que estaba “seguro de que en algún punto del camino, iba a ayudarle a los Raiders a ganar juegos importantes”. Como para respaldar sus palabras, en 1979 y luego del retiro del coach John Madden, el mexico-americano Thomas (Tom) Flores, se convirtió en el primer entrenador en jefe de la NFL de origen hispano.
Jim Plunkett jugando el Super Bowl XV contra Filadelfia, fue el momento más brillante de su carrera.
Jim decidió quedarse y para la campaña de 1980, los Raiders cambiaron a Stabler a los Petroleros, quienes enviaron a Oakland al mariscal de campo Dan Pastorini. Parecía otra campaña perdida para Plunkett.
Sin embargo, en el quinto juego del año, Pastorini sufrió la fractura de una pierna ante los Jefes de Kansas City y Plunkett, a los 33 años de edad, se convirtió en el mariscal de campo titular de los Raiders, pero su actuación ante los Jefes no fue nada afortunada, al ser interceptado en cinco ocasiones y perder su equipo por marcador de 31-17-
Pero sus compañeros vieron en Plunkett al líder que podría llevarlos de nuevo a ser ganadores y así fue, llevando a los Raiders a ganar nueve partidos en 11 juegos y calificando a los playoffs como equipo comodín, con una marca de 11-5.
En postemporada, vencieron a los Petroleros de Houston 27-7 en casa, luego como visitantes sorprendieron al vencer 14-12 a los Cafés de Cleveland y en el Juego de Campeonato de la AFC, en un partido de muchas anotaciones, vencieron a los Cargadores de San Diego 34-27.
Con esto, los Raiders llegaron al Super Bowl XV como el equipo a ser vencido por unas poderosas Águilas de Filadelfia (en la temporada regular se enfrentaron estos dos equipos y Filadelfia salió con la victoria, 10-7) pero los jugadores de Oakland estaban convencidos de que podían derrotarlos.
Así fue, con una gran actuación de Plunkett, los Raiders vencieron 27-10 a Filadelfia. Jim fue nombrado el Jugador Más Valioso del partido, al lanzar tres pases de anotación (uno de 80 yardas, récord de Super Bowl), completar 13 de 21 pases para 261 yardas.
En la temporada de 1983, Plunkett nuevamente guió a los Raiders a ganar el campeonato de la División Oeste de la AFC con una marca de 12-4 y llegar a los playoffs, donde vencieron 38-10 a los Acereros de Pittsburgh, mientras que en el Juego de Campeonato de la AFC derrotaron a los Halcones Marinos de Seattle por 30-14, llegando al Super Bowl XVIII contra los favoritos Pieles Rojas de Washington, quienes en temporada regular habían vencido a los Raiders en un partido no apto para cardiacos, por pizarra de 37-35.
Plunket, todo un ejemplo para la comunidad chicana.
Pero las cosas fueron muy diferentes en el Super Bowl y los Raiders, ahora de Los Ángeles, vencieron 38-9 a Washington, con Marcus Allen como el Jugador Más Valioso del partido y con Plunkett completando 16 de 25 pases para 172 yardas y un pase de touchdown.
Jim Plunkett se retiró como jugador luego de la temporada de 1986 y actualmente trabaja para los Raiders como comentarista de radio y televisión para el equipo.
De manera sorpresiva, sus logros como el primer hispano en ser la selección número general de un draft, en ser el primer hispano en ser el Jugador Más Valioso de un Super Bowl (además de ser el primer en ganar como colegial el Trofeo Heisman y luego como profesional ser el Más Valioso en un Super Bowl) son méritos más que suficientes para estar en el Salón de la Fama.
Si nos basamos en estadísticas de playoffs, simplemente revisen esta tabla (actualizada con los playoffs de este año)
QB MJP Pct. SB
Bart Starr 9-1 .900 2
B.
Roethlisberger 9-2 .818 2
Jim Plunkett 8-2 .800 2
Tom Brady 14-4 .778 3
T. Bradshaw 14-5 .737 4
Abreviaturas: QB: Mariscal de campo; MJP: Marca en Juegos de Playoff; Pct.: Porcentaje de victorias; SB: Super Bowls.
Con estos números, concluya usted amigo lector si no es una injusticia que Jim Plunkett no esté en el Salón de la Fama.
Sugerencias, comentarios, quejas, a los correos de esta columna: cuartaydiez@gmail.com y cuartaydiez@yahoo.com
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